Sin un camino trazado.
Fuimos arrojados al mundo sin instrucciones, sin brújula, sin la promesa de que habría respuestas.
Fuimos arrojados al mundo sin instrucciones, sin brújula, sin la promesa de que habría respuestas.
Nosotras, pequeñas semillitas esperando la lluvia…
Con picardía aquella niña se asomó por la ventana a la que apenas llegaba de puntillas.
Estamos llenos de heridas cuyas cicatrices conforman nuestra geografía interior. Unas más profundas que otras, pero todas igual de dolorosas.
La vida te abre caminos que quizás nunca te planteaste recorrer, te hace estar en sitios incómodos que nunca quisiste, te obliga a hacer cosas que no hubieras ni imaginado… porque ella es así, imprevisible.
Cometas que parecen volar en libertad, cárceles con puertas abiertas, jaulas sin llave…
Y en tal solo un pestañeo, un simple abrir y cerrar de ojos llega diciembre otra vez para recordarnos que el tiempo sigue pasando, sigue su curso implacable sin detenerse, y nosotros con él.
Shhhhh, te voy a contar un secreto, es un secreto a voces que a veces hay que recordar.
Tenía claro desde hacía tiempo que iba a suceder.
Hace unos días hice limpieza de armario, el de la ropa y el de la cabeza.