Sin un camino trazado.

12.07.2025

Fuimos arrojados al mundo sin instrucciones, sin brújula, sin la promesa de que habría respuestas.

Llegamos a la vida como quien cae del cielo con los ojos vendados y el alma en carne viva.
Nadie nos dijo cómo ser, a quién amar, qué callar, ni qué salvar cuando todo arde.

Y aun así, a tientas, dibujamos con cada paso un camino que no existía hasta que lo inventamos con nuestra primera pisada.
Descubrimos el destino mientras tropezamos con él.

Sin mapas. Sin señales claras.
Sólo la intuición temblorosa de que algo vale la pena, de que algo nos espera al otro lado del miedo.

Y eso nos asusta.
Porque decidir es perder.
Pero también es nacer.

Decidir nos hace ser, aunque nos tiemble la voz.
Decidir es afirmar, aunque duela la consecuencia.
Decidir es asumir, aun sabiendo que los demás caminos se cerrarán para siempre.

Y aunque la vida tenga sus planes, no decidir es dejar que el mundo decida por nosotros,
es vivir a la deriva, como hojas en el viento ajeno.

Y quizás ahí, en ese no saber, en esa incertidumbre certera, reside lo más humano que tenemos...
la posibilidad de errar... 

...de caminar en la niebla
...de saltar sin red

...de sentirlo todo aunque duela,
y de seguir caminando… 

con el alma libre sin rumbo marcado.  

...con el corazón como faro sin un camino trazado...