Detrás del telón.

10.08.2025

Teatro.

Pequeño rincón de luces y sombras. De almas prestadas y emociones que se entrelazan con la vida.

Teatro.

Ritual sagrado. Lenguaje noble y compartido donde cada gesto, cada palabra, cada silencio cobra sentido solo cuando encuentra eco en los demás.

Y yo, que te miraba de lejos con los ojos llenos de fe, me lancé a tus brazos sin saber que tras bambalinas también habitan sombras, pero no de las que embellecen la escena…

… sombras de las que se arrastran en silencio,
cargadas de miedo y de inseguridad disfrazada de brillo.

… sombras de esas que se cuelan sin texto y sin permiso, que no vienen del personaje sino del ego que insiste en ocupar el centro, aunque no le toque hablar.

… de los que temen no ser vistos, olvidando que la verdadera grandeza no está en acaparar la escena, sino en hacer que los otros brillen con vos.

Y no lo vi venir...

Nada ni nadie me lo susurró entre líneas…
Llegó suave, sin hacer ruido.

Llegó de a poco, como el polvo que cae sobre un telón viejo.
Y cuando quise darme cuenta ya estaba dentro.

Atrapada en su red. Poseída por su magia.

En este oficio de llevar máscaras, las más peligrosas no son las que se ven, son las que no están escritas en el libreto.
La soberbia, la indiferencia, el deseo de destacar a cualquier precio. Esas que no pertenecen al escenario, pero se cuelan.

Y mientras el ego sigue empeñado en ganar esta carrera, el tiempo, cuán director invisible, va acomodando con mimo el latir de las cosas.

Porque el teatro, al igual que la vida, es demasiado breve como para dejarlo en manos de quienes no saben amar lo que hacen.
Sigo creyendo en vos como una coreografía sutil y hermosa donde la fragilidad de un solo hilo rompe todo el tramado que sostiene la obra.

Donde las miradas hablan en silencio, donde la entrega es sincera, donde el aplauso es un suspiro colectivo y no un trofeo personal.

Porque a ese teatro de latidos y no de ruido… no hay máscara ni envidia que lo empañe.